¿Tiene usted tres minutos para hablar de… mi viaje a Marruecos?
Cuando creé esta newsletter, mi intención era hablar de cultura desde un punto de vista íntimo y personal. Así que, mientras me planteaba si dedicarle o no una pieza a mi reciente viaje a Marruecos, me he visto preguntándome a mí mismo: a ver, maricón, ¿qué consideras exactamente “cultura”? Según la RAE, la cultura es un “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc”. Y resulta que de todo eso es precisamente de lo que yo quería hablar aquí y ahora.
Porque cultura es aterrizar en Marrakech y que, literalmente dos minutos después de dejar las maletas en el hotel, salgas a la calle y una cosa lleve a otra y te veas perdido y empieces a seguir a un tipo que te va a llevar a no sé dónde por mucho que ya te han advertido que no sigas a nadie porque acabarás pagando. Pero tú le sigues y al final te ves inmerso en una visita a unas piscinas en las que curten pieles con caca de paloma y, tras sobrevivir a un olor atroz que se te quedará en el fondo de la nariz para el resto del viaje, te meten en una tienda de tres al cuarto para que sueltes tus primeros dirhams. Algo que no haces. Aunque a la salida sí que te toque pagar la “visita guiada”.
Cultura es la horizontalidad del paisaje urbano de Marrakech, sin edificios altos, tan solo atravesado por la competición constante entre palmeras y minaretes. Y el impactante contraste entre las calles (y su bullicio y sus olores intensos y sus riadas de personas y sus puestos callejeros con comida que no debería estar al aire libre y sus vendedores del zoco invitándote a entrar a sus tiendas y sus motos a toda pastilla pasándote a dos centímetros mientras te pitan) y las terrazas (verdaderos oasis de paz absoluta en los que acabas contemplando el atardecer embobado sin darte cuenta de que, entre tres amigos, os habéis bebido un cóctel cada uno y un total de tres unidades de botellas de vino).
Cultura es el sota, caballo, rey de una gastronomía que parece basada en los tajines, el cuscús y las brochetas. Pero que de repente te sorprende con el tajine más sofisticado (uno de pescado con limón que sabe a rayos de sol en tu paladar). O con la sorpresa de zamparte un mechoui delicioso en callejón al que nunca habrías entrado si no hubiera sido por la recomendación de un colega que te avisó de que ignoraras las cabezas de cordero sobre los mostradores en las puertas de los restaurantes y que no dudaras en sentarte en el interior para zamparte este asado de cordero que es una verdadera locura.
Cultura es el regateo con los vendedores de Marrakech. Es empezar con vergüenza y pudor, pero acabar el último día haciendo un regateo tan extremo que el vendedor te espeta “Marruecos bancarrota culpa España”:
Cultura es recorrerte medio país de Marrakech a Merzouga para pasar una noche en el desierto y que por el camino te paren para vestirte con ropa tradicional con la que te hartas a hacerte fotos por mucho que tu conciencia te diga que “apropiación cultural”. Igual es cultura atravesar las dunas primero en dromedario, fundiéndote con el paisaje como la puesta de sol se funde con la arena; y, a la mañana siguiente, tras alucinar por la noche con la vía láctea sobre tu cabeza, desandar el camino cortando esas mismas dunas a velocidad de quad.
Cultura es sentir paz cuando, después de un masaje y una sesión de hammam, estás en una terraza viendo el atardecer y los rezos empiezan a flotar ingrávidos y perturbadores sobre la ciudad. También cuando esos mismos rezos te despiertan a las 6 de la mañana y te vuelves a dormir acunado por el bucle arabesco de los cánticos.
Cultura es regresar a tu país consciente de que quieres volver a Marruecos y visitar otras ciudades porque, al fin y al cabo, solo has vislumbrado (y gozado) la punta del iceberg de una cultura con la que has conectado de forma visceral. ¿Será porque crecí en una familia andaluza tan caótica como las calles y las gentes de Marrakech?
¿Tiene usted más de tres minutos?
Entonces puede interesarte…
Mi “Haciendo Scroll” de la semana pasada, con el Belén de San Lorenzo del Escorial, el dúo de Lola Índigo con La Zowi y Rubiales bocachancla.
Cualquiera de todas las listas de lo mejor del año que ya está publicando la Rockdelux.
Los doce libros sobre comida para regalar según El Comidista.
Esta reseña de la banda sonora de “Monster” que viene a subrayar mi obsesión con el film.
Los tráilers de todos los juegos que se presentaron en The Game Awards 2023.
Este episodio del podcast “Territorio 9” sobre Bryan Lee O’Malley que servirá a todos los que, como yo, esté reviviendo su obsesión con “Scott Pilgrim”.