¿Tiene usted tres minutos para hablar de… “Materia Oscura” y los caminos que no tomaste en tu vida?
La "Materia Oscura" es una serie altamente gozable que hace que te preguntes: ¿cambiarías alguna decisión concreta de tu vida sabiendo que te habría conducido a un camino totalmente diferente?
No puedo quitarme de la cabeza que “Materia Oscura” es algo así como si Isaac Asimov hiciera una versión de “Dos Vidas en un Instante” en formato de serie televisiva. Sí, me estoy refiriendo al escritor de “Yo, Robot” y “Fundación”. Y, sí, también me estoy refiriendo a la comedia romántica de 1998 que nos mostraba la vida tan diferente que podía tener (y los maromos tan variados que se podía beneficiar) Gwyneth Paltrow con tan solo coger o perder un tren.
Y es que esta serie recientemente estrenada en Apple+ parte de una premisa que, como diría Rocío Jurado, “es lo mismo… pero no es lo mismo” que “Dos Vidas en un Instante”. Ahí está el amor romántico como excusa para explorar dos realidades paralelas que se ven escindidas en el momento en el que el protagonista, Jason Dessen (Joel Edgerton), toma una decisión muy concreta: apostar por una vida al lado de su pareja Daniela (Jennifer Connelly) o abandonarla para enfocarse por completo en su carrera como científico.
Pero, claro, “Materia Oscura” no es una rom-com noventera con Gwyneth Saltless Goddess Paltrow como prota, sino una ficción televisiva que adapta un libro de un autor de sci-fi elevada llamado Blake Crouch (quien, de hecho, ha estado profundamente implicado en la creación de la serie). Esto implica que lo de perder un tren se convierte en algo más complejo… Digamos que Jason 1, el que eligió a Daniela, un día de repente es secuestrado por Jason 2, que es el que se volcó de una forma tan bestia en la ciencia que ha acabado por desarrollar una caja que le permite viajar a otras realidades paralelas.
Su objetivo en estos viajes es básicamente responder a una pregunta: ¿qué pasaría si hubiera elegido quedarse al lado de su amada? Su modus operandi para obtener una respuesta es un poco más chungo: decidido a suplantar a Jason 1, lo coge y lo deja en la realidad de la que él viene. De hecho, cree a pies juntillas que Jason 1 disfrutará al comprobar que allá es un científico archiconocido, rico y triunfador que lo tiene absolutamente todo. Bueno, todo menos una mujer y un hijo, claro.
Por cierto, todo esto que acabo de explicar son tan solo los dos primeros episodios de “Materia Oscura”, así que cero spoilers. A partir de aquí, la cosa se despendola de forma tremendérrima con viajes por realidades paralelas, supervivencia, disquisiciones filosóficas y morales e incluso una especie de thriller de Charlie Kauffman que hace pensar inmediatamente en “Cómo Ser John Malkovich” pero con todos los John Malkovichs intentando matarse los unos a los otros. Y hasta aquí puedo leer.
Porque, por otra parte, además de recomendar hasta la saciedad que veáis esta serie que se goza ampliamente a todos los niveles (argumental, filosófico, visual), lo que verdaderamente ha traído a “Materia Oscura” a mi newsletter es que, inevitablemente, la serie te obliga a hacerte todo un conjunto de preguntas… Empezando, claro, por la inevitable: ¿estás contento con tu vida? A la que sigue: ¿cambiarías alguna decisión concreta sabiendo que te habría conducido a un camino totalmente diferente?
Y es que, al parecer, estas son preguntas que la gente normal suele hacerse con bastante frecuencia… Algo que me deja totalmente descolocado porque, tras mucho reflexionar, he llegado a la conclusión de que 1. Nunca me había cuestionado estos menesteres; 2. Estoy contento con mi vida y 3. No cambiaría ninguna decisión concreta ni querría explorar ningún camino diferente. De hecho, mientras veía la serie y hacía un repaso mental a mi biografía a la búsqueda de estos puntos de inflexión en los que todo podría haber cambiado, siempre acababa diciéndome a mí mismo: buah, chaval, suerte que tomaste aquella decisión.
A ver, ¿que sería inquietante comprobar qué hubiera ocurrido si mis padres no me hubieran regalado mi primer libro, aquel “20.000 Leguas de Viaje Submarino” que me convirtió en un lector ávido desde bien pequeñito? Puede ser ¿Que sería bizarro explorar mi vida si en vez de haber estudiado Comunicación Audiovisual hubiera acabado en Psicología, que era mi segunda opción? Una poca. ¿Que sería divertidísimo saber qué hubiera sido de mí si hubiera aceptado el primer trabajo que me ofrecieron al salir de la carrera como editor de porno heterosexual amateur? Obvio.
Aun así, no cambiaría ninguno de esos caminos no escogidos por el que finalmente me ha hecho llegar hasta aquí y ahora. Será por eso que me he pasado media serie reflexionando sobre lo guay que sería que ocurriera algo que no ocurre nunca: que todas los Jasons posibles se juntaran en un punto de inflexión que resultase inevitable independientemente de qué camino hubieran tomado.
Porque, sinceramente, creo que eso es así: independientemente de las decisiones que tomes y de la persona que hayas acabado siendo, creo firmemente que hay momentos por los que vas a pasar sí o sí. Una película que te cambia la vida a oscuras en una sala de cine en particular. Una canción que te parte el corazón mientras estás en un lugar concreto que se quedará para siempre en tu memoria. Una ruptura que no viste venir. Un polvo que sí que viste venir y que siempre ansiaste. Un amanecer en la playa charlando con ese amigo que está destinado a ser tu amigo en todas las realidades posibles…
Llámalo destino. Pero yo creo que lo voy a llamar la “Materia Luminosa”.
¿Tiene usted más de tres minutos?
Entonces puede interesarte…
Este artículo sobre “Agatha, ¿Quién Si No?” en el que, movido por la rabia que me da que se vaya a confundir con “otra ficción más de la Marvel”, me he marcado tres claves que explican por qué en verdad es una serie gigantesca.
Mi “Haciendo Scroll” de la semana pasada, donde me reí bastante escribiendo sobre que Paul McCartney explota y puto muere, lo del “your body, my choice” y los primeros coletazos del BenidormFest 25.
Max Richter entrevistado en la Rockdelux. Altísimo nivel.
Ganazas de “Celeste”. Bien alta en mi lista de series que necesito ver cuanto antes mejor.
La nueva locura de Björk llega al Pompidou y yo no tengo previsto viajar a París en breve. Raülfobia.
Esta reseña de la nueva edición de “Bola Ocho” de Daniel Clowes es peligrosa porque vas a querer hacerte con el cómic… Y, mira, barato no es. Te lo digo ya.
Demi Moore celosa de la estrella en el Paseo de la Fama de Elisabeth Sparkle. Por favor, que lo solucionen.
Neil Druckmann, el creador de “The Last of Us”, ya está trabajando en su nuevo videojuego. ¿Dónde se reserva?
¿Recuerdas la banda sonora del mítico “WipeOut”? Porque yo sí.
Este artículo de Hearing Things pone en palabras lo que todos pensamos: “Songs of the Lost World” nos ha devuelto a los mejores The Cure.
Resulta que había beso marica en “Gladiator 2” y lo eliminaron del montaje final. Pediría que lo rectifiquen… Pero es que el beso no era de Paul Mescal y Pedro Pascal, así que who cares?
Exposición a la que necesito ir en breve: “Los 100 objetos de IKEA que Vinçon hubiera querido vender”.
Lectura obligada en ICON: “Cómo la ultraderecha invadió el mundo del misterio”.
El Comidista te invita a conocer los cinco tipos de hambre que puedes sentir… y te ayuda a combatirlos.
¿Necesitas un método para comprar videojuegos y luego no arrepentirte? Porque yo lo necesitaba también… hasta que vi este vídeo de Mark Maxwell.