¿Tiene usted tres minutos para hablar de… “Mi Querida Señorita” y su sorprendente modernidad?
Cada mes, organizo en mi casa un Cine Club Marica que es muy divertido por todo lo que implica: la preparación (siempre cocino un bizcocho o una tarta), la selección (una encuesta en nuestro canal de WhatsApp que suele implicar ciertas discusiones amistosas) y la liturgia (a veces té, a veces vino, siempre un grupo de amichas apilotonadas en mi sofá pegándonos unas buenas risas y comentando en directo con tanta intensidad que, para enterarnos de lo que ocurre en la pantalla, necesitamos poner los subtítulos aunque la peli sea en castellano).
Por mi Cine Club Marica han pasado cintas tan diversas como “Supernova” (sí, la de Marta Sánchez, una joya que merece una newsletter para sí sola), “Las Cosas del Querer”, “Las Aventuras de Priscilla, Reina del Desierto” o un ciclo sobre Eloy De la Iglesia. Pero ninguno de estos films había levantado antes un debate tan complejo, profundo e interesante como el que protagonizó la película de este mes: “Mi Querida Señorita”, de Jaime de Armiñán.
Puede que esta película te suene por un motivo en particular: recientemente, se anunció que Los Javis están preparando un remake de este clásico estrenado originalmente en el año 1972. Este fue precisamente mi argumento de venta ante los miembros del Cine Club, que acabaron escogiéndola por mucho que la competición para esta edición de mayo era fuertecita (“A Wong Foo, Gracias Por Todo, Julie Newmar” y “La Muerte Os Sienta Tan Bien”, ni más ni menos).
Total, que le dimos al play con esa sensación que tenemos a veces de que lo que vamos a ver tiene un 50% de probabilidad de ser una obra maestra y un 50% de probabilidad de ser un truño infumable. Yo no quería admitirlo en voz alta, pero me decantaba por el lado del truño. En serio: ¿una película con una sinopsis problemática (“Adela es una mujer soltera que vive en provincias y que no entiende por qué se tiene que afeitar. Hasta que un día el médico le dice que en realidad es un varón”) y protagonizada por ese José Luis López Vázquez que tanta grima me ha dado siempre interpretando al típico baboso hetero del tipo “aceptamos pulpo como animal de compañía”?
Pero, ¡sorpresa! “Mi Querida Señorita” es una absoluta obra maestra y no me extraña que Los Javis vayan a hacer un remake, porque lo cierto es que pueden sacar verdadero oro de esta mina. Al fin y al cabo, la película de Armiñán abre varios diálogos rabiosamente actuales y necesarios… En primer lugar, y superado el shock de pensar que semejante argumento pasara la censura franquista del año 1972, es inevitable revisar todo lo que crees saber sobre la intersexualidad y su realidad histórica en nuestro país.
En el Cine Club Marica pasamos por diferentes estados. Primero nos preguntamos qué podría estar ocurriéndole a Adela (¿era una persona intersexual o una persona trans?). Pero pronto nos dimos cuenta de que la película no iba a responder esta pregunta, así que empezamos a abrir muchas otras cuestiones: la brutalidad de la reasignación médica en unos tiempos en los que solo se contemplaban opciones binarias, las múltiples caras de la disforia… También y sobre todo, el desamparo de vivir en una época en la que no existen palabras para lo que te ocurre y que, de hecho, te obliga a no hablar precisamente de lo que te pasa, lo que te empuja a vivir en la oscuridad más absoluta.
Luego llega el final de “Mi Querida Señorita”: un twist en forma de frase inesperada que te obliga a revisar toda la película. También un momento en el que te das cuenta de que Armiñán nunca va a responder a la pregunta que abría el párrafo anterior. Pero entonces es necesario resignificar todo lo visto y volver a recordar que esta película se estrenó en 1972 y no en este presente en el que vivimos con la obligación constante de nombrar y visibilizar incluso a aquellos que, a lo mejor, oye, todavía no quieren ser nombrados ni visibilizados porque no están preparados para ello.
En su final abierto, “Mi Querida Señorita” es más moderna que muchas otras películas que se pasan de frenada en lo concerniente a la sobre explicación. Porque no hay nada más estimulante que una película como esta que, tratando todos los temas que trata, te deja con más preguntas que respuestas. Y que, por lo tanto, te obliga a informarte, hablar, comentar, dialogar y revisar tus puntos de vista. En un momento en que Instagram está lleno de leccioncitas, no me parece que exista lección más pertinente que esta.
¿Tiene usted más de tres minutos?
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