¿Tiene usted tres minutos para hablar de… “Creatura” y la represión del sexo femenino?
Hay una escena de “Creatura” en la que, en una conversación en la que la protagonista lleva al límite a sus padres porque quiere quedarse a dormir en casa de un amigo, el padre finiquita la discusión alegando que le está haciendo sentir incómodo. Años después, tras haber tanteado ciertas fantasías sexuales con las que intentar superar su traumática relación con el sexo, las mismas palabras vuelven a ser usadas en su contra, esta vez por parte de su novio: los juegos propuestos le incomodan porque, en realidad, le hacen sentir menos hombre.
Hay otra escena de la película de Elena Martín en la que, tras frotarse contra un chico que le gusta mientras se están enrollando, este comenta que no sabía que la protagonista fuera “tan guarrilla”. Entonces tiene que enfrentarse a esta percepción que le pilla con la guardia baja, por mucho que en otras escenas sobre su infancia vemos cómo su actitud inconscientemente hipersexuada incomoda a un amigo adulto de la familia (que se la quita de encima ante la mirada preocupada del padre) o al propio padre (que entra en cólera y abronca a la niña, pero no aborda frontalmente el motivo de su enfado). Las mujeres, la madre, nunca son quienes se incomodan. Siempre son los hombres.
El mar es omnipresente en “Creatura”. Es una presencia transversal que une las tres edades en las que vemos a la protagonista y que la acompaña en los incidentes que cimentan su problemática relación con el sexo. Es el causante de la herida (la niña que observa a una pareja magrearse en la orilla mientras acaricia la teta de su madre o la adolescente que contempla los cuerpos de los chavales semidesnudos jugando sobre una plataforma flotante), pero también es la cura (el agua salada que la madre aplica a su primer sarpullido, pero también fuente de placer en la gozosa escena de cierre del film).
El mar es la vida misma en la que no hay pasado, presente ni futuro, tan solo ese continuo en el que todo se mezcla y en el que las heridas de infancia siguen sangrando en la vida adulta. Por esto he conectado profundamente con “Creatura”: porque retrata cómo es crecer con una sexualidad que el entorno censura, obligándote a escapar, a reprimir, a cerrarte. Porque me ha recordado a cómo desde pequeño aprendí a esconder de la mirada de los adultos aquellas tardes de piscina jugando con otros niños que ignoraban la excitación que me producía que me llevaran a caballito mientras me frotaba contra sus espaldas. O aquellos toqueteos por debajo de una manta mientras un amigo y yo veíamos series de anime actuando como si en verdad no tuviéramos en la mano el pene del otro. Me escondía dentro del agua. Me escondía bajo una manta.
La película de Martín me ha hecho pensar mucho. En lo difícil que es encontrar tu yo sexual cuando desde fuera solo encuentras enfados, censura e incomodidad. En cómo debemos actuar los adultos ante los juegos inconscientemente sexuales de los niños. Pero, sobre todo, me ha hecho reflexionar sobre lo jodida que es esta similitud entre la sexualidad infantil LGTBIQ+ y la femenina. Porque yo crecí en una sociedad que censuraba mi sexualidad a voz en grito, pero lo que hace con la sexualidad femenina es más retorcido: supuestamente está dentro de la norma… pero en verdad no lo está.
La naturaleza problemática de las escenas de “Creatura” se desvanecería si estuvieran protagonizadas por un niño. Los adultos suelen reír la gracia de los niños que se tocan en público y les enseñan con total naturalidad que deben hacerlo en privado. La “guarrilla” del film de Martín no hace ni un 5% de guarradas que el resto de chicos del film, quienes saben que sus escarceos nunca serán reprimidos sino celebrados y alimentados como parte de su acceso al club de la masculinidad adulta.
Y es que “Creatura” no habla de crecer en una sexualidad fuera de la norma porque, a priori, la sexualidad de la protagonista debería estar dentro de esa norma… Habla de que, en verdad, cuando decimos “norma” queremos decir “norma heterosexual masculina”. Exclusivamente. Porque cualquier sexualidad fuera de ese terreno, sigue siendo perseguida, cazada y erradicada. No vaya a ser que hagamos que el hombre heterosexual tenga que plantearse por qué nuestra sexualidad le hace sentir tan incómodo.
¿Tiene usted más de tres minutos?
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