¿Tiene usted tres minutos para hablar de… canciones que son la tristura?
“Como Si No Importara” de Alba Reche llegó a mi vida de la forma más random posible: al final de un capítulo de “Vestidas de Azul” que me hizo saltar del sofá, buscar el móvil atropelladamente y hacer un Shazam para saber qué era exactamente lo que estaba sonando. Una cosa llevó a la otra y acabé creando una playlist en Apple Music titulada “La Tristura”. Por extraño que parezca, esta playlist todavía no existía en mi colección. Hace un tiempo cree una que se llama “Weeping Songs” pero que no me convence porque, además de tener un título absurdo en inglés, acabé metiendo en ella canciones que son tristes de maneras muy diferentes. Y resulta que hay canciones que son tristes pese a tener guitarras encabalgadas (maldito shoegaze) e incluso fanfarrias (jodidos Arcade Fire).
Así que lo dicho: creé “La Tristura” y decidí empezar desde cero manteniéndome firme en mis trece de incluir solo canciones con los mínimos elementos (una guitarra, un piano, una bruma, una voz) pero con la máxima tristeza. Canciones que vibraran en la misma intensidad de “Como Si No Importara” y capaces de sacarme del bucle mental en el que me hace caer esta canción que arranca con un desolado rasgueo de cuerdas sobre las que flotan ingrávidas frases desgarradoras como “tus manos me soltaron con la fuerza de quien quiere dejar de formar parte de mí” (¿cómo no sintonizar con ese momento en el que alguien decide dejarte huérfano de un amor que has dado por supuesto?) o, allá vamos, esto va a doler, “tu versión me deja al borde desde entonces”.
Porque no hay nada que sintetice mejor la tristura que verte reflejado en el espejo imprevisto que una canción te pone delante. Y no se me ocurre ninguna otra canción que antes me haya puesto delante este espejo en el que identificar perfectamente uno de los dolores más agudos que puede sentir un ser humano: la desolación que sientes cuando alguien a quien quieres te deja allá, lejos, solo, desterrado en el margen de su versión de los hechos, sin posibilidad de réplica, atenazado por sentimientos periféricos como la incertidumbre, la duda o la culpa. De eso va la canción de Alba Reche y por eso me tiene en loop.
Por eso tengo que obligarme a escuchar otras canciones… aunque sigan haciéndome resonar en pura tristura y me obliguen a reconocer que lo que encuentro en “Como Si No Importara” hace años que me obsesiona en temas como “Unravel”, que Björk practica como una nube de luz cegadora en la que el tiempo se detiene para recordarte que el amor es un trabajo de Sísifo en el que constantemente “we’ll have to make new love”. O “Abandoned”, que combina las cuerdas más dramáticas con el piano más raquítico a modo de esqueleto sobre el que a Scott Matthew le cuesta mantener el equilibrio a la hora de cantar líneas tan dolorosas como ”I'm not special but it helped to know that someone thinks I am” o, resumiendo el pozo sin fondo de la soledad post-ruptura, “God its strange to be the only one to talk to”.
La repetición de solo tres teclas de un piano son el trino infinito del pájaro herido que le canta a su ave predadora en “The Owl and The Tanager”, donde Sufjan Stevens describe la vulnerabilidad que muchos sentimos al iniciar una relación con imágenes tan poderosas como “you touched me inside of my cage, beneath my shirt your hands embraced me”. El eco en el vacío de los instrumentos de The xx es el medio en el que se propaga la idea de que solo te queda la “Performance” cuando tu pareja deja de creer en ti: “Since you stopped believing, I've had to put on my own show”. Y el piano es la tabla de salvación en “I See a Darkness”, en la que Bonnie ‘Prince’ Billy se embarca en el típico lamento borracho en la barra de un bar en esos momentos en los que abrazamos la oscuridad y en los que es importante tener a alguien que te salve y te devuelva a la luz: “Did you know how much I love you… Is a hope that somehow you can save me from this darkness?”.
Estos cinco temas ya están junto al de Alba Reche en mi playlist “La Tristura”, que por ahora contiene 43 canciones y dura tres horas. Y esta newsletter solo la puedo acabar de una forma: pidiéndote a ti, que has llegado hasta aquí, que compartas conmigo tus canciones de tristura. Porque quiero que esta playlist acabe teniendo millones de canciones y durando toda una vida.
¿Tiene usted más de tres minutos?
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